El piloto holandés necesitaba tener una actuación brillante en Interlagos para mostrarse en forma, avisar que no se rendirá tan fácilmente y mandarle un mensaje directo claro, directo y sin intermediarios a Norris: «tenés mejor auto pero el campeón soy yo.»
Si se buscan dentro de los incontables atributos que tiene Max Verstappen para ser un extraordinario piloto de Fórmula 1 determinación y constancia figuran bien arriba y más en esta etapa oscura que le tocó vivir entre sus dos últimas victorias en España y en Interlagos. En el medio pasaron diez carreras más en las cuales su mejor resultado fueron tres segundos puestos, muy poco para alguien que había ganado siete de las primeras diez carreras del año.
Ese Max en modo supervivencia pudo administrar la ventaja que había sacado al principio mientras Red Bull se caía a pedazos debido a una sangría de personal muy fuerte (Adrian Newey, Jonathan Wheatley, Will Courtenay y Lee Stevenson, el jefe de mecánicos de Verstappen) y a las peleas de su padre Jos con Christian Horner (ahora parece que se calmaron un poco luego de un comienzo de año complicado para el Team Principal debido a la denuncia por conducta inapropiada que hizo una empleada de Red Bull). El ambiente en el equipo austríaco era por demás nocivo para cualquiera…
Si bien Lando Norris pudo acortar distancias en el campeonato, lo cierto es que mostró muchas dudas e inconsistencias al momento de ir a apretar a Max para descontarle una mayor cantidad de puntos tal como le sucedió en Brasil ya que partía como poleman mientras que el actual campeón del mundo lo hacía desde una lejana decimoséptima colocación debido a una clasificación espantosa (quedó afuera en la Q2) y a los cinco puestos de penalización que tenía por cambiar su motor de combustión interna, un escenario inmejorable e impensado en la previa para el joven piloto de McLaren.
Lando volvió a fallar en la largada teniendo todo a su favor mientras que Max decidió emular a Ayrton Senna en Donington 93 en la tierra natal de Magic y meter un ritmo frenético de entrada. Los diecisiete récords de vuelta marcados por Verstappen durante los 69 giros de la competencia hablan por sí solos.
Mientras Lando iba cada vez más atrás y el holandés subía la pregunta surgía sola: ¿en qué momento podrá pasarlo? Fue tal el ritmo de Max que sin la bandera roja también le hubiese dado alcance a Lando. Un aspirante al título no puede manifestar que un tipo que lo vapuleó (y que además es su amigo) ganó la carrera de suerte debido a la interrupción de la competencia tras el despiste de Franco Colapinto.
Esteban Ocon pudo aguantar el ritmo y la determinación de Max sólo durante los primeros metros del relanzamiento mientras Lando seguía de largo y se iba afuera. Toda la escena parece sacada de una película de Quentin Tarantino. En ese preciso instante se resolvió todo a favor de Verstappen ya que además de estirar nuevamente la ventaja a 61 puntos (Lando la había reducido el sábado a 44 unidades) le dio una lección gratis sobre como actúa un auténtico campeón.
Max le dio una paliza en términos deportivos a su amigo ya que siempre se mostró veloz y competitivo frente a las dudas que mostraba Norris. Recuperarse de este golpe le llevará algún tiempo a Lando mientras que Verstappen ya está saboreando su cuarto título consecutivo ya que el último obstáculo que le quedaba quedó fuera de combate tras la demostración de talento que hizo el holandés.
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Fotos: gentileza Red Bull Content Pool
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